jueves, 22 de septiembre de 2011

Instante...

Soy una afortunada. ¿Por qué? Porque hoy he tenido uno de esos instantes. Un intante, dentro de la realidad más cotidiana, que es especial. Instantes, que la mayoría de las veces no somos capaces de apreciar. Instantes que subestimamos. Pero hoy, he sentido uno de esos instantes. No hay que buscarles explicación, simplemente, ocurren.

Ha sido en el autobús. Estaba sentada, justo al lado de la ventanilla. Además, a mi lado no había nadie, por lo que no tendría que cargar con el bolso, ni con los apuntes de la facultad. A pesar de estar "encerrada" en el bus, me sentía libre, al poder tener tanta vista del exterior. Casualmente, una de las ventanas pequeñas, dos o tres filas de asientos anteriores, estaba abierta. El aire me daba en la cara, y movía los mechones que salían de mi trenza rizada. El aire no era caliente. Tampoco me congelaba, pero sí erizaba mi piel, sintiendo escalofrios. Entonces, me coloqué mis cascos, subí el volumen, y busqué en la lista de reproducción una canción adecuada al momento. Una canción de amor, pero con fuerza. Nada meloso, algo rock.
Y ahí ocurrió el instante mágico. Todos esos detalles: mi pelo mecido, mi piel erizada, las notas musicales de fondo, la vista en movimiento...sentí que estaba en un videoclip. Y yo era la protagonista. Las cámaras estaban dentro de los coches que pasaban al lado del autobús. Los conductores, estaban grabándome. Y lo mejor de todo, es que no tenía que actuar. Nada de guión, ni miradas programadas. Sólo sonreía para mis adentros, disfrutaba del momento. Y supe, sin hablar con el director, que era el mejor videoclip que realizaría en toda mi vida. 

Y es que, como dice Renée, en " La elegancia del erizo" , la vida se trata de eso: "Quizás estar vivo sea esto: perseguir instantes que mueren." "El Arte es la emoción sin el deseo. Y la vida es el Arte, pero con otro ritmo". Instantes que no se buscan. Momentos agridulces. Momentos que no volveran a repetirse, pero sin embargo, son tal dulces que basta con poseer su recuerdo. Y hoy, yo, una chica de lo más corriente, ha disfrutado de uno de esos mágicos instantes.

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